Cuando se trata de los ánimos, sabemos más o menos cómo podemos manejarlos para que se regulen con ayuda del deporte, de la alimentación, del sueño… pero cuando nos referimos a calmar la piel tras una exposición prolongada al sol, por ejemplo, o algunos días en la que la hemos descuidado y está áspera o rugosa, pues suelen ocurrir que pensamos en una buena ducha o en una maravilla crema que lo arregle.
Los daños en la piel que podemos notar y sentir de forma visualmente fácil a veces tienen una profundidad que no siempre es fácil de detectar y de solucionar con una crema o con una dicha fría, por lo que es importante analizar cómo se encuentra realmente la piel con aparatología que detecte de forma inmediata las necesidades de cada persona con un diagnóstico muy personalizado. A todo ello, obviamente podemos y debemos tratarla con cosméticos que han sido formulados con el objetivo de calmarla, aliviarla, mimarla y regenerarla tras un verano que sí nos ha dañado, aunque apenas lo notemos. Por ahora.
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