Las emociones en pacientes de oncología son muy complicadas de medir y de gestionar. Lo que sí podemos afirmar es que la actitud es crucial, al igual que tratar de mantener un aspecto cuidado con tratamientos que mantienen la piel hidratada y regenerada.
Desde nuestro área de oncología hemos querido compartir algunos de los consejos que facilita la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y que resultan importantes para paliar los efectos secundarios de los tratamientos que no sólo afectan al cabello y al vello de determinadas partes del cuerpo, sino que además afectan a la piel: facial, corporal o del cuero cabelludo. Como consecuencia de los efectos secundarios de los tratamientos de quimioterapia se produce esencialmente una profunda deshidratación, y debido a ella un gran aumento de la sensibilidad. En algunos casos, se produce un desequilibrio entre el aporte de líquidos y la eliminación de los mismos, con el consiguiente efecto de una hiperhidratación (exceso de hidratación e hinchazón). En ocasiones pueden aparecer manchas, prurito (picor), acné, enrojecimiento y en casos extremos, el levantamiento de la piel produciendo una herida (por roce o frotamiento). Todos estos efectos (junto con la posibilidad de pérdida del cabello y de vello facial en cejas y pestañas) pueden influir en tu estado de ánimo y hacerte sentir que las fuerzas flaqueen aún más.
La importancia de prevenir en oncología
Un diagnóstico precoz y la inmediata acción de prevención hacen que algunos de estos problemas se minimicen, y otros se lleven mucho mejor. Cualquier mejoría que pueda parecer trivial, en el aspecto estético no lo es, pues es la diferencia de sentirse cómodo o no, animado o no, positivo ante la enfermedad o negativo. Ahora más que nunca, es importarte que trates adecuadamente tu piel, aplicándote los productos apropiados en cada caso.
Precisamente por el carácter temporal de los tratamientos de oncología y por la «memoria » que tiene la piel, no todo es recuperable, y es mejor prevenir. Y aunque durante todo el proceso de quimioterapia, estarás centrado en el aspecto médico, es importante que dediques un tiempo a cuidar tu piel y prevenir los efectos de los tratamientos.
Respecto a la piel, debes saber que hay una preparación previa que ayuda a reducir los efectos secundarios. Una adecuada hidratación, un probable cambio de la cosmética habitual por otra más enriquecida en principios hidratantes y oxigenantes, puede disminuir el riesgo de aparición de reacciones cutáneas. La hidratación es una de las claves para una piel sana. Una piel normal contiene un 70% de agua, de la cual el 13% está en la capa córnea, y es lo que proporciona a la piel su extensibilidad, flexibilidad y permeabilidad.
El agua que forma parte de la piel proviene del interior del cuerpo, del líquido que se bebe y de los alimentos que se ingieren. Transportada por la sangre se difunde en las diferentes capas de la piel. La cantidad de agua de la piel varía ya que factores internos (estrés, desórdenes hormonales, envejecimiento) y externos (frío, viento, exposiciones prolongadas al sol,…) la desestabilizan y merman.
La deshidratación es un fenómeno que nos amenaza a todos y se produce cuando fallan los mecanismos de regulación y las pérdidas son superiores a los ingresos. En este caso, el papel de los cosméticos consiste en formar una barrera que evite la evaporación y que favorezca la hidratación a través de agentes humectantes.
La tendencia actual de las cremas hidratantes, también para pacientes de oncología, es proporcionar a la piel los medios necesarios para defenderse. De esta forma, permiten reconstituir su “cemento” intercelular y, por tanto, su cohesión interna, reforzando el papel de los factores hidratantes naturales por medio de agentes hidratantes de la misma naturaleza, de forma que las células puedan controlar mejor la pérdida cutánea de agua.
Las pieles normales necesitan una crema hidratante ligera y libre de grasa para no taponar los poros. Las pieles grasas, aunque no lo parezca, pueden sufrir deshidratación (oculta por el exceso de sebo). No se debe confundir la secreción sebácea (de origen lipídico) con la secreción sudoral y respiración cutánea, ligadas a la eliminación progresiva del agua a partir de las capas profundas. Las pieles secas necesitan hidratantes protectoras y nutritivas para compensar a la vez la pérdida de agua y la insuficiencia de lípidos. Se pueden utilizar fórmulas ricas, cremas cubrientes y emulsiones agua en aceite.