La importancia de la salud no es ya algo que vaya por ejes en el cuerpo, el estómago o el cerebro, sino que vamos aprendiendo a trabajar un conjunto, algo que tiene muy claro la doctora Amaya Manrique, del área de Medicina de Precisión e Integrativa en The Beauty Concept. Hace algunos días se reunió con la revista Esquiere para hablar sobre ello.
En este artículo vamos a tratar...
¿Qué información de valor pueden darte tus genes a la hora de mejorar el rendimiento deportivo?
“La genética es uno de los factores que pueden ofrecer una ventaja inicial o incluso condicionar la respuesta al entrenamiento. Gracias a los avances en genómica del deporte, sabemos que ciertos genes influyen directamente en capacidades físicas clave como la fuerza, la resistencia, la velocidad o la recuperación.
Uno de los ejemplos más conocidos es el gen ACTN3, apodado a veces el «gen de la velocidad».
Este gen codifica una proteína presente en las fibras musculares rápidas (tipo II), que son cruciales para los deportes explosivos como el sprint, el levantamiento de pesas o el salto. Las personas que tienen dos copias funcionales del alelo R de este gen tienden a rendir mejor en estas disciplinas. Por otro lado, aquellos con una versión nula (XX) pueden tener mejor rendimiento en deportes de resistencia debido a una mayor eficiencia muscular aeróbica.
También el gen ACE está relacionado con el rendimiento.
El alelo I (inserción) se ha vinculado con eficiencia cardiovascular y menor fatiga muscular, ideal para deportes como triatlón o maratón. El alelo D (deleción) se asocia con fuerza y potencia muscular.
Además de estos, hay otros genes como PPARGC1A, involucrado en la biogénesis mitocondrial y, por tanto, en la capacidad de generar energía; o el BDKRB2, vinculado a la circulación y oxigenación muscular. Estos perfiles genéticos pueden ayudarte a entender en qué tipo de disciplinas podrías destacar más, y también ajustar tus entrenamientos para explotar al máximo tu potencial biológico.”
¿Hay predisposición genética a determinadas lesiones? ¿Qué podemos hacer al respecto?
“Sí, absolutamente. Numerosas investigaciones han demostrado que ciertas variantes genéticas pueden aumentar el riesgo de lesiones musculoesqueléticas, como esguinces, tendinopatías o roturas ligamentosas. Esto se debe a que la genética influye en la composición del tejido conectivo, la densidad ósea, la inflamación y la recuperación celular.
Por ejemplo, el gen COL1A1, que codifica una proteína clave del colágeno tipo I
Puede presentar una variante que debilita la estructura de ligamentos y tendones, aumentando la probabilidad de lesiones como el desgarro del ligamento cruzado anterior (LCA). También el COL5A1, relacionado con el colágeno tipo V, se ha vinculado a mayor riesgo de tendinopatía rotuliana y de Aquiles.
Otro ejemplo relevante es el gen MMP3, relacionado con la degradación de la matriz extracelular
Una variante en este gen puede provocar una renovación más lenta del tejido conectivo, afectando negativamente la capacidad de regeneración tras el entrenamiento intenso o el trauma.
Entonces, ¿qué hacer si tienes predisposición genética a estas lesiones?
Lo más importante es no dramatizar. La genética no es destino. Si bien ciertos genes pueden aumentar el riesgo, el entrenamiento bien planificado, el trabajo preventivo (como el fortalecimiento excéntrico de tendones o el trabajo de propiocepción) y la gestión de la carga pueden reducir significativamente ese riesgo. Cambiar de deporte es una opción extrema y rara vez necesaria. Lo ideal es adaptar, no abandonar.
¿Cómo podemos conocer nuestra condición genética deportivamente hablando? ¿Son fiables los test? ¿Dónde se hacen? ¿Y cuánto cuestan?
“Hoy en día es posible acceder a test genéticos diseñados específicamente para el análisis del rendimiento deportivo. Estas pruebas analizan entre 20 y 100 variantes genéticas asociadas a fuerza, resistencia, metabolismo, riesgo de lesión y recuperación. Estos estudios se pueden hacer a través de saliva (en casa) o sangre (en laboratorio).”
¿Son fiables?
“La secuenciación genética es altamente precisa (99% o más). Sin embargo, la interpretación para el deporte aún está en evolución. La ciencia ha identificado correlaciones, pero todavía no puede garantizar un rendimiento futuro. Son útiles como herramientas complementarias al entrenamiento, no como oráculos infalibles.”
¿Es válido con que te lo hagas una vez en la vida ya para siempre?
“Sí. El genoma humano es estable y no cambia con el tiempo. Por lo tanto, un test genético realizado una vez sirve para toda la vida. La excepción está en los análisis epigenéticos o de expresión génica, que sí varían con el entorno y hábitos de vida. Pero en lo que respecta al código genético en sí, una única muestra basta. Eso sí, con el tiempo puede haber nuevos descubrimientos científicos que den nuevos significados a los datos genéticos que ya tienes. Por eso, algunas empresas permiten reanálisis de tus datos sin tener que volver a testear.”
¿Qué papel cumple aquí la epigenética? ¿Se puede modificar la expresión genética mediante el entrenamiento?
“La epigenética es la ciencia que estudia los cambios en la expresión de los genes causados por factores externos como la dieta, el estrés, la actividad física o la exposición ambiental. Estos cambios no modifican la secuencia del ADN, pero sí activan o silencian genes específicos. En el contexto deportivo, esto es fundamental. El ejercicio regular puede activar genes relacionados con la recuperación, el crecimiento muscular y el metabolismo energético. Incluso si no tienes la versión genética «ideal», el estilo de vida saludable puede compensarlo.
Por ejemplo, un estudio reciente en The Journal ofPhysiology (Murach et al., 2025) demostró que el ejercicio de resistencia genera una «memoria epigenética» en el músculo, es decir, una capacidad mejorada para adaptarse al entrenamiento gracias a modificaciones en la metilación del ADN.
Esto quiere decir que una predisposición genética a torcerte un tobillo no es una condena.
El entrenamiento específico (fortalecer tobillos, trabajar propiocepción, usar calzado adecuado) puede modificar cómo se expresan ciertos genes relacionados con la estabilidad articular y la respuesta inflamatoria.”